Tan pronto sale algún reportaje firmado por Juan José Millás en El País, tan pronto lo atesoro y lo reservo para un momento en el que pueda darle una lectura calmada, atenta. Me cautivó con su serie Sombra. Lo seguí cuando decidió cambiar a las personalidades por gente de calle en Vidas al límite. Y ahora le ha tocado ser Testigo del horror. No estoy muy segura de que su colaboración en ésta última, cuarta y última entrega de una serie pensada por El País Semanal y Médicos Sin Fronteras para poner en la mira cuatro conflictos empolvados: Congo, Haití, Yemén y Cachemira, sea una lectura propia de una noche de domingo. Aunque, bien pensado, nunca será un día propio para enfrentarse con la pizca de realidad que retratan sus páginas, por más bellamente escritas que estén.
Mario Vargas Llosa sobre Congo. Sergio Ramírez sobre Haití. Laura Restrepo sobre Yemén. Juan José Millás sobre Cachemira. Cuatro reconocidas plumas comisionadas para estrujarnos el corazón con sus reportajes, para evidenciar lo mal que está este mundo, y nosotros con él. Pero también para recordarnos que hay realidades que estamos condenados a no entender, a no resolver, pero sí a contemplar desolados... Desde el otro lado del mundo. Con la posibilidad de sentir compasión para, al cabo de unos minutos, dejarla a nuestras espaldas y sumirnos en esa demandante vida diaria que llevamos. Así de irónico es el mundo.
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