Orgullo gallinesco. Dícese de aquel que uno cacarea hasta el cansancio, ante quien se deje y ante quien no, motivado por un logro propio o de alguien importante para uno.
Algo así me pasa con el hecho de que el guión escrito por el mareado (en coautoría con dos amigos más) no sólo ha sido filmado, sino que ya tiene fecha de estreno (anoten: 12 de marzo).
Es curioso, porque yo padecí el proceso de escritura. Lo detesté, de hecho. Durante meses implicó vernos menos, mucho menos, de lo que ya de por sí podíamos vernos (eso de tener trabajos de éxito, ya saben). Implicaba que cansado fuera una constante más evidente. Que se cancelaran o pospusieran planes tras planes porque había que hacer unos cambios o porque había que replantear una escena, etc., etc. Como todo, pasó.
Pero la primera vez que vi un corte, recién terminado el rodaje, la piel se me puso chinita, chinita. Me inundó una alegría pura. De esa que, lagrimitas incluidas, te hace levitar un poco. Al menos el alma. Pues sí, ahí, en pantalla, estaba su esfuerzo. Pasaron meses sin que supiéramos nada sobre el estreno. Incluso pensamos que iría a parar directo a video. Hasta que hace unos días por fin llegaron las noticias de una fecha concreta para RockMari (así se llama la película). Uff. Doble Uff. Triple Ufff.
El mareado sufre de lo que imagino sufrirá cualquiera que haya escrito algo para ser interpretado por otro (o quien lee un libro y luego ve la adaptación): siempre es mejor lo que se proyectó en tu cabeza. No es que yo esté segura de que vaya a ser la-mejor-película-mexicana-jamás-escrita. No, tampoco se trata de perder el piso. Pero que haya quedado fabulosa o dos-tres (si apesta es harina de otro costal) me importa en un segundo plano. Me importa que se hizo y la puerta que podría abrirse a raíz de ella. Por él. Por nosotros.
Yo no leí el guión (por tirria al proceso, claro) y ahora me emociona ir a descubrir una historia de la que sólo me han contado la sinopsis. Una historia que escribió la persona a la que admiro por siempre darse tiempo para concretar proyectos personales. Sea pintar un Munny pitufo o trazar un detalladísimo esténcil. Lo que sea y a la hora que se pueda con tal de sonreír.
Y claro, muerdo de ansias por descubrir qué frase me robó para una escena. Je.
Total, cacareado el huevo (otra vez), les dejo el tráiler de RockMari, que yo quisiera que se convirtiera en algo así como la Hanna Montana región 4. No es mucho pedir, ¿o sí?
Chaparrita dice:
ResponderEliminarFelicidades, a los dos por darse la libertad de hacer lo que les gusta o atraverse a dar nuevos pasos...los quiero
Cacarea sin parar, la ocasión lo amerita! =D
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