miércoles, marzo 24

No desearás...


A uno se le consumen los días deseando, ansiando todo aquello que no se tiene o que se cree que no se tiene en cantidades suficientes. Aquello que se considera in-dis-pen-sa-ble para ser feliz. Cosas. Situaciones. Personas. Dinero. Puestos. Estatus. Posesiones. Habilidades. Otros días. Otras circunstancias... La lista no para. Nunca de los nuncas. Pues no. Se nos ha enseñado que de eso va la vida: de ir córrele que córrele detrás de lo que no tenemos.
Claro, eventualmente uno se hace con alguno o algunos de todos esos deseos, pero sólo para darse cuenta de que ya se alojó en nosotros uno nuevo o varios. Que el agasajo de eso que deséabamos se esfumó en el preciso momento en el que lo obtuvimos (¡oh, decepción!). Y así, al infinito y más allá. Y luego, cuando (con suerte, por casualidad u obligado) uno se toma un respirito y le echa un vistazo al masacote de deseos, en apariencia tan pero tan indispensables, y se percata de que no, que no lo son en absoluto, encima uno cae en cuenta de que no se tiene ni la más remota idea de cómo demonios conducirse ante esa especie de no-deseo. No tarda una vocecita en cuestionarnos "¿qué clase de sandez hippie es ésa?".
No es que haya llegado a un punto en el que no deseé ni una cucharada de helado. No, no. Nomás que llevo varios días en los que mis prisas por llegar adonde se suponía que debía llegar a los 30 para a los 40 tener derecho a decir que le había sacado provecho a mi vida, se cuartearon. Y estoy aquí, parada, contemplando ese montón fracturado. Cosa nada fácil. Es como si me cosquilleara esa incomodidad de cuando no sabes qué hacer con las manos o hacia dónde mirar en un elevador lleno. Potenciadísima, por supuesto.
De pronto, no anhelo fervientemente haber dado ya el siguiente paso. Una parte de mí sólo tiene ganas de sentir el viento (y sus distintas intensidades) que sopla justo donde estoy. Pero no, la mente no está acostumbrada a ello. No le es fácil soportar semejante neutralidad. ¡Lás-ti-ma Mar-ga-ri-ta! Porque no voy a ceder.


*Nota curiosa sobre la ilustración: googlée wind y fue la primer imagen que me apareció. El nombre del archivo: Wind Serenity. Ajá. Las coincidencias no existen.

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