martes, abril 7

Eso que llaman Sunday blues

De niña, me parecía atroz que, en domingo, el reloj tuviera el mal gusto de ir más allá de las 4 de la tarde con la prisa de quien busca salvar un vaso de estrellarse. Qué necedad, me decía yo. Conforme el sol empezaba a dárselas de romántico con eso del atardecer, a mí la panza y el corazón se me estrujaban con Ganas.
A mis ya fatalistísimos diez añitos, sabía que lo peor que podía pasarme en la vida era la llegada de otro lunes de escuela y su levantada a las -7 (lo peor-peor era el último domingo de vacaciones, claro). Porque desde que recuerdo, los lunes y yo siempre nos hemos caído soberanamente mal. Ay, pero si a los diez una supiera lo que le espera a los 30, lo que no daría porque aquella atrocidad dominical fuera la de todos, todos, los domingos. Porque ahora, llegadas las 4 del domingo, me siento como parada en una esquina a cielo abierto, agarrada a un postecito, viendo cómo se me avecina un huracán categoría cinco.
De niña, al esfumárseme el domingo, llegaban las entonces nada dichosas horas-pupitre y los kilos de tarea, pero eventualmente me las noñeaba para terminarlos y debatirme entre peluquear a mis Barbies, tallarme las rodillas patinando, colorear o ver tele, o todo a su tiempo. Hoy, tan sólo pensar que se me esfuma el domingo me resquebraja el ánimo porque que, llegado el lunes, TODO es posible. Literalmente. Y es sabido que vislumbrar ese TODO es acojonante.
Desde hace meses, cada domingo después de las 4 busco algo qué hacer para entriparme la angustia y hacerme la que no vio que el reloj sigue teniendo el mismo mal gusto de siempre: he horneado panqués al por mayor (que luego vendo en la ofi), he salido a andar en bici, visto serie tras serie, ido al cine, organizado cenas con amigos y atole... Según yo, todo aquello que me hace sonreír con tal de doblegar eso que en inglés suena tan poco alimañoso: el Sunday Blues. Todo, menos resignarme. Porque ash, aquí entre nos, como que eso no se me da muy bien. La verdad. (Sí, algo ando depre).

6 comentarios:

  1. Lo peor del sunday blues de primaria era matizarlo con la angustia de "no he hecho la tarea". Lo peor del sunday blues de la vida laboral es matizarlo con la angustia de "no he terminado el puñetero reportaje".
    Somos lo mismo que fuimos en el patio de la escuela!

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  2. Los domingos empezaron a transformarse en una agonía menos lenta, después de que empecé a trabajar. Primero en Monitor, y luego en Reforma... la angustia era menor porque el sábado pasó a ser una "ilusión óptica". Puedo odiarlos cuando, como ahora, debo esperar a que pasen los 60 minutos de cada hora para estar en paz, revolviendo el tiempo con amor.

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  3. A mi me da el "every evening blues" sólo de pensar en otro día de jornalero recibiendo cachetadas voladoras. Lo terrible es que la única manera en que no me da, es porque pasé la noche entera en la oficina y cuando llego en la madrugada a mi cama, lo último en lo que pienso es en el día que está a punto de comenzar a las 6 de la mañana.

    Pelos.

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  4. Me encantó como reflejaste las sensaciones, imágenes en tus palabras...adhiero plenamente al sunday blues. Pero... me pasa que cuando llega el lunes,ni se compara a las sensaciones del domingo y de hecho hasta aveces llega a ser muy bueno! a ti no?

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  5. Sí, debo admitir que hay lunes por la noche en los que me invade una sensación de algo parecido al creo orgullo por haber sobrevivido con tan buen talante. Je.

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  6. para mi los domingos son genéticamente meláncolicos, un agridulce estornudo que me ponía la carne de gallina, claro soy de la generación del caldo de gallina, y díficilmente podía con la tarea, a lo mejor tenía TDAH.

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