viernes, diciembre 11

Mi 2009, en expos







Mis exposiciones favoritas son las de fotografía. Buenas, mejores, no tan buenas... No importa. Si hay fotos colgadas en la sala de un museo o galería, suelo ir a echarles un vistazo. Será que me atrae ver lo que la gente ve desde su cabeza. Este año, por primera vez desde que la traen a México, me perdí World Press Photo en el Museo Franz Mayer. Por culpa de fines de semana complicados y porque tengo la sensación de que duró muy poco abierta. Aunque no estoy segura de haberme perdido de mucho: total, el ser humano (y, por ende, los periodistas) siempre andamos en lo mismo.
Como sea, este 2009 no pequé de coolturalosa, pero hay cuatro muestras que me dejaron buen sabor de boca:

Richard Avedon: Photographs 1946-2004.
Sin dudarlo, la mejor. Estaba en San Francisco cuando por casualidad vi una pancarta del SFMOMA anunciándola. A primera hora del día siguiente estaba en el museo. No exagero: admirar las imágenes creadas por este tipo en gran formato es toda una experiencia (valió los 20 dólares que pagué de entrada).
El detalle, la composición, la complejidad de su simpleza... Tomas que pertenecen a editoriales de moda o retratos de famosos, no hay diferencia. Todas son hermosas. Pero, en particular, me atrapó la última sala de la muestra, dedicada a su proyecto In the American West*, que capturó entre 1979 y 1984 (el libro es una joyita). Expuestos había sólo una decena de retratos (en total fotografió a 752 personas). Absolutamente poderosos. Lo suficiente como para transmitirte que las personas en tamaño de piso a techo eran reales. Casi como si estuvieran ahí, observando cómo las observabas.
Me cautivó aún más que fueran retratos de gente anónima. No por lo exótico de la America profunda, que le llaman, sino porque creo que alguien célebre siempre despide un halo que difumina (poco o mucho) el verdadero valor artístico de su retrato, lo firme quien lo firme. Pero cuando se trata de fotografiar a una persona común y corriente, no hay medias tintas. O logras capturar su esencia o no. Y vaya si Avedon era un retratista genial. Más imágenes de la serie, aquí.

Y luego están:
La retrospectiva de Tamara de Lempika, en el Museo de Bellas Artes.
Citadinos, de Spencer Tunick, en el Centro Cultural Tlatelolco (la vi de rebote, pero me sorprendió descubrir unos retratos individuales mucho más interesantes que los colectivos. Imágenes inspiradas en una selección de obras de grandes pintores mexicanos, realizadas en locaciones mexicanas).
Memorial del 68 (con fotos de Joseph Koudelka incluidas), en el Centro Cultural Tlatelolco.

*Las fotos las tomé de www.richardavedon.com

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