Si por algo soy adictota al internet es por el alucinante ventanal que resulta para descubrir y admirar el trabajo, escrito o gráfico, de toda la gente talentosa que hay regada por el mundo, y que de otro modo nunca estaría a nuestro alcance. Es como una (muy tentadora) pendiente infinita por la cual deslizarse.
Para un día cargado de sueños, en el que el mundo al menos está de acuerdo en algo, un par de deleitables portafolios: el de Ellen Kooi, fotógrafa holandesa, responsable de los niños en el árbol; y el de Andrew Pearce, del mismo oficio pero bajo la bandera australiana (descubierto gracias a esta nómada), autor del chamaco y la sombrilla. Diferentes latitudes, sí, pero llevados por el mismo espíritu onírico. Dense un tiempo tiempito para suspirar con cada uno. Enjoy!
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