sábado, noviembre 13
Atracón de palmitas*
Mis padres siempre han sido más de cine de palmitas que de cine comercial. Así que desde pequeña, asistir a las funciones de la Muestra Internacional de Cine ha sido parte de mis hábitos de entretenimiento. Tanto como los maratones fílmicos de fin de semana. Pero la vida laboral todo lo modifica. De algún modo he mantenido la costumbre de los maratones de fin de semana, aunque de manera más esporádica y quizá en versiones más cortas. También la de ir al cine cada que hay algo que llama mi atención, pero hace varios años que me ha sido imposible asistir a las funciones de la Muestra (acudir a la última función entre semana, después de una larga jornada laboral no siempre resulta muy recomendable). Más bien he terminado por ver alguna que otra de las películas seleccionadas ya en DVD o cuando por suerte llegan a la cartelera comercial centurias después. Pero siempre se me escapa alguna que tenía ganas de ver.
Así tuviera que hacer malabares con el tiempo, este año decidí regalarme el tiempo de ver cada una de las 22 películas en exhibición para celebrar mi cumpleaños. No porque crea que necesariamente todas son unas verdaderas joyas de arte que van a sacudirme las tripas (ya se sabe que ningún director admirado es infalible). Tampoco por mera autoimposición cultural sin sentido o porque me parezca una idea muy cool, sino porque la Muestra me parece una fabulosa ventana al mundo, a la mente y mirada de personas de distintas latitudes y formas de pensamientos. Una ventana a la que no siempre puede uno asomarse sin prisas. Y vaya si me emociona contemplar a través de ella sentada en una butaca de cine. Acompañada los fines de semana, por mi cuenta entre semana. Ya veremos qué tan empachada acabo con semejante atracón.
*Y sí, la palabra es palmitas, no palomitas.
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