miércoles, abril 29

La perra que soy

Ouch. Voy dándome cuenta que perra es una palabra que me gusta pronunciar, pero que me da la impresión de adquirir alcances tremebundos ya escrita. Claro, sobre todo si la aplico a mi persona. Pero qué le vamos a hacer. Desde que me subí en los zapatos de Sra. Editora, siento que voy tachando mi nombre de las listas de Personas Favoritas para grabarlo en la de Perras del Mal. Quién quita y a estas alturas de mi paso por la alfombra editorial ya existe un club cada vez menos undergroud del tipo "Ufff. Nada le parece. Y encima la tipa se cree buena onda". Chet. Pienso que mis anti-fans han de creer que creo que siempre tengo la razón, cuando la verdad es que muchas de las veces me pregunto si en verdad la tendré. Nomás que interpreto mi papel con harta seguridad (tadaaa: secreto revelado).
Pero hay días como este miércoles de alerta nivel 5 en que repaso la cantidad de Nos y Sales, gracias, bye que he soltado por ahí, con esa franqueza tan mía y... siento feo. Y luego no. Siento feo porque soy una wanna-be monedita de oro de clóset. Y luego no porque, diploma en mano, la vida me da demostrado que es im-po-si-ble darle gusto al mundanal. Bien lo dice Mafalda: "Amo a la humanidad, lo que me molesta es la gente". Qué perra. Cuánta razón resguardan sus pelitos de casco.


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