El caso es que aunque algunos me parecen más interesantones que otros, inevitablemente termino visitándolos todos, así sea que tengan el post más incipiente del día. Ha de ser porque tengo una insaciabilísima curiosidad por la gente; que tengo por deporte desmezurla (cero y van dos revelaciones de peso). Y en estos días de influenza, en los que me he dado más tiempo para blogo-husmear, me va cayendo el veinte de que, sin saberlo, he venido siguiendo a un grupito de amigos (entre ellos, no míos). A todos les gusta subir fotos o videos de las cosas curiosas-chuscas que se les cruzan por la vida; son fervientes reproductores de diálogos: imaginarios, reales o fifty-fifty; y se mueven en el círculo alternacool-centro-roma... Eso sí, lo que veo que yo tengo en común con ellos es esta afición snobbista de hacernos los ingeniosos con el idioma, como si en ello radicara la esencia misma del ser blogguero. Lo que es la pose.
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