viernes, mayo 29

María Antonieta a la Coppola


Anoche vi Marie Antoinette, de Sofia Coppola, por nisecuangésima vez y, para variar, me gustó más que la última y mil veces más que la primera. ¿Por qué será?, ¿por su frescura?, ¿por los colores?, ¿por la música?, ¿porque realmente la filmaron en Versalles?, ¿porque siempre he fantaseado con esas épocas de vestidos y pelucones de pastel pomposo?, ¿porque soy una tontona sentimentaloide de vez en cuando?... Sí, supongo que sí pero, sobre todo, creo que es por lo humana que me resulta la María Antonieta de la Coppola. Tan íntima y arriesgadamente retratada (porque ya se sabe de sobra, en la historia que se escribe con hache mayúscula, María Antonieta no está del lado de los buenos).
Pero, mandando al diablo las consideraciones políticas e históricas correctas (que me parece es la propuesta de la Coppola), uno puede imaginar con absoluta libertad lo desolador que sería que te endilguen completamente sola a los 16 a una familia, a una corte, a una cultura ajena. Lo incomprensible/desconcertante/inmedible que es convertirte en reina de FRAAAANCIA a los 18. Lo aterrador de tener los ojos de una nación entera puestos sobre ti. Lo desorientador/pernisivo que sería que tu casa fuera Versalles, con todos sus sirvientes incluidos (tan sólo como museo, Versalles es tan im-po-nen-te que quita el aliento. No hay modo de estar ahí y no pensar en lo fastuoso de lo fastuoso que debió haber sido en los días de Louis XV-XVI y en que debiera existir una máquina del tiempo para viajar en ella y espiar-para-creer). Uffffa, yo diría que son circunstancias más que suficientes para que cualquiera pierda el piso, la cabeza, la realidad, y sea una persona todo menos promedio, sensata y centrada. Ya sé, ya sé, eran otras épocas, la gente vivía menos años y bla, bla, pero ¿no será que una mente adolescente es justo eso: una mente que adolece sin importar el año histórico en que se vive?  
Los franceses (y muchos críticos) detestaron la 'superficialidad' de la Coppola para retratar a María Antonieta y se megaindignaron. Pues sí, su película es un pastelazo muy politícamente incorrecto (cameo de Converse incluidos). Pero, a mi parecer, otra cerecita al bien logrado pastel intimista que es su filmografía. Además tiene el mérito de haber provocado que yo, la me-da-repelú-leer-sobre-historia, corriera a comprar el libro de Antonia Fraser en el que está basado la película para saber más de Doña María Antonieta. Aunque debo decir que, por su letra tan pero tan chiquita, sigue esperando turno en el estante. Será que todavía me falta ver Marie Antoinette un par de veces más para decidirme a devorarlo. Ya veremos.

1 comentario:

  1. Amo tu blog. Últimamente, en las agotadoras jornadas del rediseño de mi h. revista, hago un espacio para relajarme y leer poco a poquito tus posts más antiguos.

    Y hoy, me encuentro con que amas la animación, los libros (fácil de intuir), y miles de cosas más que yo comparto.

    Pero este post me ha hecho particularmente feliz, porque igual que tú, amo la versión políticamente incorrecta de Maria Antonieta que hace Sofia Coppola. E igual que tú, he pensado miles de veces en lo injusta que ha sido la historia con una pobre niña que hasta al perro le quitaron, porque no era francés.

    Y aquí es donde nuestros gustos se dividen: yo amo leer sobre historia. Tal vez por eso soy de las pocas personas que admiran a María Antonieta, porque sé que un pueblo ennardecido por el hambre y la injusticia, se encargó de crucificarla por cosas que llevaban siglos sucediendo. No era una santa, pero tampoco fue nunca el demonio que la historia nos pintó. Era, en toda la extensión de la palabra, una reina.

    ResponderEliminar

Anda, anda, escupe...