jueves, mayo 28

Sobre los hijos únicos, y qué no decirles

Se los digo ya, entre las cosas más tontas que pueden preguntarle a un hijo único se encuentra la recurrentísima: "¿Y te hubiera gustado tener hermanos?", que es tonta por dos razones muy simples: 1. A un hijo único llevan preguntándole lo mismo toda la vida (es como preguntarle a un escritor consagrado cómo escribe) y 2. ¿Cómo diablos va un hijo único a saber si le hubiera gustado tener hermanos si no tiene la más remota idea de lo que significa tener uno? Ha de saberse que los hijos únicos son felices jugando solos, fantasean (no sé si más que alguien con hermanos), aprenden a convivir con otros niños cuando están con otros niños... Vamos, que se las arreglan como cualquier otro niño antes de tener hermanos. La diferencia está en que un día, a uno le llegan con un 'muñequito' y su forma de ver el mundo cambia, y el otro sigue su curso como desde que llegó al mundo. Así de simple.
"Ay, qué padre, entonces toooda la atención era para ti, te consentían en todo", es otro comentario muy común, en tono de qué-emoción-qué-padre. Nnnnnnnnnrrrr. Error. Otra línea a evitar. Porque, si se piensa un poquillo, tener toooda la atención paterna tiene su lado bueno y su lado no tan bueno, como todo. Que todos los juguetes sean tuyos, que nunca compartas el cuarto con nadie o que los papás puedan gastar más en ti encuentra su par en que no hay nadie a quién echarle la culpa de tus travesuras o con quién compartir la regañiza, que no hay quién te abra brecha (como creo que pasa si tienes un hermano más grande) y en que la natural aprehensión y exigencia paterna se explaya... sólo en ti. 
Total que a los hijos únicos nos tocó ser hijos únicos y punto. Jugamos a la vida como aprendimos a hacerlo desde que pusimos pie en ella. ¿Que si somos más egoístas y egolátras que alguien con hermanos? No, no lo creo. Aunque ello no quita que por naturaleza lo seamos un poco o un mucho; finalmente la obra de teatro siempre nos ha tenido como protagonistas. Pero también somos muy buenos en eso de convivir con nosotros mismos, a fuerza de haberlo hecho ya una cosa de todos los días. 
En fin, que les digo esto a colación de nada. No es que alguien me haya salido con esta cantaleta hoy. Nomás me vino a la mente el asunto. Y en una de ésas de algo les es útil, digo yo.

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