viernes, mayo 22

No, no quiero una Monogram, gracias

Llevo no sé ya cuánto duro y dale con sacarle a cuento el mismo tema a quien se deje, y aquí voy de nuevo: que alguien por favor me explique con palitos y bolitas la obsesión de las mexicans (y no sólo las mexican Barbies) por las bolsas de marca, pero sólo por las forradas con tela tipo papel tapiz enlogado. En serio. 
Digo, habiendo tantísimos modelos tan originales y exquisitos (olvidemos lo exclusivo por ser sinónimo de caro), no me entra en la cabeza que tantas y tantas ahorren y ahorren para comprar el diseño menos interesante de una marca. Ok. Pensemos que mi gusto es patético y que esto del papel tapiz enlogado es LA Hostia Madre. Vale, pero entonces me pregunto: ¿por qué derrapan por comprar un modelo que parece el mismito sea cual sea su tamaño? A lo mejor por despistada me perdí el momento en el que se decretó oficialmente que a las mujeres nos pone mal que otra traiga el mismo vestido-blusa-falda-pantalón (o lo que sea), pero no que un ejército entero traiga la misma bolsa (original o pirata, porque ya sabemos que hasta el marchante sabe de vanguardias y tendencias). Si fue así, que alguien me lo diga y ya está, asunto resuelto.
Si no es así, puedo seguir por la vida elucubrando teorías ociosas sobre algo que, visto sin arrogancia intelectual, es un reflejo social harto interesante (imaginen el titular: "Para las mexicanas, los logos son sinónimo de logro profesional" o "Las verdaderas motivaciones de la consumidora mexicana". Ah, cambia la cosa, ¿no?). Como me gusta esa teoría de que los zapatos hablan mucho de quien los calza, de momento me inclino por creer que quizá ahora vivimos días en los que los loguitos-logos-logazos de tu bolso (más allá de su tamaño) acallan a cualquier par y son los señores encargados de decirle al mundo en qué cancha femenina juegas. 
Cuando invariablemente mi criticómetro detecta una de estas bolsas, me pregunto: ¿será que si la marca no es a prueba de ciegos, de nada vale haberle invertido ene quincenitas? ¿O a lo mejor es que las co-workers no te ven como de la misma raza si no traes una igual o parecida? ¿O es un asunto de gusto genético? ¿O, o, o... qué? (O a lo mejor me expulsaron del paraíso y yo ni enterada). Sólo así me explico que el "Yo quiero una Tous, una Coach, una Purificación, una Carolina, una Louis Vuitton..." pasara de ser una frase de baño (sobre todo cuando se acude en grupo) a una de charla cafetera tipo hola-¿cómo-estás? Por supuesto, también me intriga el papel impulsor que, en este asunto, pudieron o no haber tenido que ver las publicaciones de moda. 
Ay, de veras, tantas preguntas sueltas por mi cabeza nomás por ver bolsitas con logos por escaleras eléctricas, pasillos de oficina y centros comerciales como si fueran alucinaciones. En fin, ya sé que cada quien su bolsa, pero aun así me gustaría saber: ¿qué les ven?



1 comentario:

  1. jaja... en verdad te imaginé viendo las bolsas en todos lados e intrigándote.

    Me está gustando tu blog mucho.

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