martes, junio 30
Día 'too much to handle'
Llueve, mas no diluvia. Por el parabrisas de mi auto resbalan cientos y cientos de gotas. Las luces traseras de los autos conforman un río difuso. A mi lado resplandece una torreta. A lo lejos, la luz en rojo del semáforo está a punto de cambiar a verde. Y, por un segundo, siento cómo el mundo se detiene por completo. Me veo ahí, suspendida entre el tráfico. Un dolor extraño me sube por la espalda, se apodera de mi estómago y mi garganta. Quiero romper en llanto, no sé bien por qué. Pero sólo brotan un par de lágrimas. Y es entonces cuando lo comprendo: hay un vacío atorado en mí. Doy un gran suspiro, al tiempo que escucho un cláxon. El semáforo se ha puesto en verde. El momento para desahogarme se ha esfumado. Aunque el vacío paralizante sigue ahí. Enquistado. Lo siento. Parece que tardará unos días más en liberarse.
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uff, eso me he preguntado mil veces: de por sí uno se interrumpe por defensa, cuántas veces no nos interrumpirá una cotidianeidad ajetreada de atender los vacíos que realmente importan?
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