jueves, septiembre 3

Ironías de la vida

Cada que se les presenta la oportunidad, mi suegra y buena parte de la familia de mi mareado salen con el sonsonete ese de: "¿Y ustedes, para cuándo?". Refiriéndose, claro, a en qué momento de nuestras ilustrísimas vidas nos dignaremos a generar un retoño.
Uno creería que mis padres serían aún más insistentes en el renglón. Pero resulta que no. Que son exactamente el polo opuesto. Mi mamá, que aunque no niega lo mucho que le emocionaría tener un nieto (ps sí, para reteconsentirlo y fundirlo en todos los abrazos y besos que yo no me dejo dar), me ha dicho con toda franqueza: "¿Y cómo para qué querrías tener un hijo? Eso tienes que pensártelo muy bien". Palabras sabias de una mujer sabia. Mi papá, producto de su adorable-tremebundo sarcasmo característico, de plano opina: "Ay no, son muchos gastos, preocupaciones y desvelos". Palabras más, palabras menos. Y luego por qué no se puede negar que uno es digno hijo de sus padres.
Ahora, ¿que qué opino yo sobre tener hijos? La verdad, no figuran (aún) en mis planes. Y, como tampoco en los de mi mareado, me resulta muy cómico-déjenme-de-machacar con el tema. Ya cuando éste rebasa los cinco minutos de charla, uno recurre al: "¿Pero y quién los cuida y quién los mantiene?", y asunto más que zanjado. Al menos hasta la siguiente reunión.

2 comentarios:

  1. Como decía un amigo a todos los que lo fastidiaban a el y a su esposa "SI NO ES SÓLO ECHAR EGGS Y YA", ahora tiene 3 hijos XD, saludos.

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  2. Un tip, cuando de plano ya estés harta, aplica el: "ya estamos intentando, pero no pega". Te aseguro que aunque es un remedio cruel, te van a dejar de hostigar. ¡saludos!

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