lunes, diciembre 7

El charm de Edward Cullen, según yo


Primero fue mi cuñada. Luego la mujer del primo de mi mareado. Después, una amiga. Y a partir de ahí perdí la cuenta de cuántas mujeres me han contado haber sido abducidas por el encanto Twilight. Todas se mostraron más que dispuestas a evangelizarme, es decir, a prestarme sus libros para que los leyera uno tras otro. De la forma más amable que me ha sido posible, he declinado toda oferta. En primera, porque nunca me han gustado las historias de vampiros. En segunda, porque ¡oh, prejuiciosa yo!, suelo desconfiar de las sagas que le gustan a una abrumadora mayoría en cuestión de semanas (aunque con Millenium hice una excepción).
Hasta hace unas semanas me mantuve ajena al tema... hasta que la flojera dominical me llevó a ver la primera de las películas en que ha derivado esta fiebre edul-vampiresca. Es lo que sigue de mala, pero me llamó la atención el personaje que (en la piel de Robert Pattinson), más allá de Bella, trae euforizadas a las teens, a las mamás de las teens y... básicamente a gran parte de la mitad de la población mundial.
Sin haber leído los libros (aún), yo digo que Edward Cullen es una especie de versión reloaded del chico-misterioso-y-de-mundo con el que una ha soñado (aunque sea de adolescente) o sueña con casarse en algún punto de su vida. A ver si no: el tipo es atractivo, mas no carilindo. Tiene presencia. Es protector. Es caballeroso (abre la puerta, quita el abrigo, adora ver dormir a Bella, bla, bla, bla). Es sensible. Está dispuesto a hacer de Bella el centro mismo de su vida (y se lo dice sin tapujos). Se viste bien. Tiene dinero... ¿Sigo?
En una de esas estoy equivocadísima y sólo estoy proyectando mi lado más cheesy-corny. Puede ser. Como sea, acepto que tengo suficiente curiosidad de comprobarlo y leeré al menos Crepúsculo. Zaz.

2 comentarios:

  1. Tienes la boca llena de razón, la película es un bodrio. Yo odio con toda mi alma al Edward emo que hace Pattinson, pero dicen las evangelizadoras de las que he sido presa, que el Edward de los libros es precisamente ese hombre mítico con las que todas soñamos alguna vez. Ya veremos. Cuando lo hayamos leído podemos intercambiar opiniones entre una no-fan de la literatura vampírica y otra que creció como ferviente discípula de Anne Rice.

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  2. *con el que soñamos, no con las que soñamos.

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