martes, marzo 30

De vestidos y pantalones





Hubo una etapa en la que Detesté, así con mayúscula, los vestidos y las faldas. Simplemente no encontraba cómo llevarme bien con ellas. Recuerdo que a mi mamá le turbaba el hecho de que en mi clóset sólo hubiera jeans (en una docena de cortes diferentes, eso sí) o pantalones de colores (nunca de pinzas o formales). Y cada que salíamos de compras sosteníamos una discusioncilla al respecto, por lo regular en el probador. Yo eventualmente cedía en el enterque y me dejaba comprar un vestido, ocasión-especial-de-por-medio, para terminar por usarlo sólo una vez y guardarlo por los años de los años en el fondo del armario, hasta que no me quedara más, lo sintiera muy pasado de moda o se me olvidara su existencia. Qué le vamos a hacer, me sentía tiesa metida en ellos (ahora confieso que me gustaría haber conservado uno que otro).
Creo que detrás de mi aversión a ellos siempre ha estado un poco de pena por mis piernucas, que desde que recuerdo me han parecido más infladas de la cuenta (de mi cuenta, claro). Aunque también algo tiene que ver la comodidad de sentarse como se te da la gana en donde se te dé la gana. Cosa que no se da igual con un vestido o una falda de por medio. Pero, curiosamente, desde hace unos meses como que ando haciendo las paces con ambos. Será que encontré referencias de moda más ad hoc a mi estilo. O será que mi lugar de trabajo sufre de efecto invernadero (mmm... no, lo cierto es que también en invierno me dio por los vestidos). O será que descubrí que uno no necesita entaconarse para llevarlos. No sé, algo cambió. Aunque siguen sin gustarme mucho mis piernas, pero pues como me llevan y me traen a todos lados muy puntualmente, siento que merecen tomar algo de sol o protagonismo de vez en cuando.
Lo que sí es cierto es que, vistos en otros personajes, algunos vestidos siempre me han parecido exquisitamente atractivos. Dígase todos los vestuarios de película de la época victoriana o las cortes francesas. O, más recientemente, los vestidos de películas como In the Mood for Love (¡qué delicia de estampados florales!) o An Education. Inevitablemente los veo y pienso: "En otra vida". En esta, me quedo con la onda fachosona.

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