(A propósito: las bragas de las mujeres me supusieron una terrible decepción en cuanto empecé a cohabitar con ellas. La verdad, nunca me he recuperado del pasmo que me supuso descubrir que las mujeres son como son, que hacen lo que hacen y que luego pasa lo que pasa: se reservan las mejores prendas para esas noches en que saben en que van a dormir con compañía. Cuando vives con una mujer, esas prendas indefinibles, ese trozos de tela desvaída, encogida, habitualmente comprados en las rebajas de Mark & Spencer, aparecen de pronto colgados de todos los radiadores de la casa, y tus lascivos sueños de adolescente, tu idea de que la edad madura iba a ser un tiempo en el que estarías rodeado de lencería exótica para siempre jamás..., todos esos sueños se desmoronan y se hacen polvo).
Este hilarante párrafo se lo debemos a Rob Fleming (Rob Zimmerman en una llamada telefónica estupidísima), en Alta fidelidad, de Nick Hornby (editado en México por Anagrama). Quise compartírselos así porque sí, porque fue uno de los tantos momentos de este libro que me hicieron reír a carcajadas durante la semana pasada.
*La portada del libro de Penguin me pone verde de envidia. No entiendo por qué carajos no podemos tener esos diseños por este lado del mundo.
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