Para mí, escribir siempre ha sido, más que una forma de desahogarme, una forma de vaciarme. Desde que recuerdo voy por la vida haciendo anotaciones por doquier. Algunas con más sentido que otras. Otras muchas completamente carentes de él, excepto para mí. Papelitos y hojas sueltos, libretas, tarjetas, documentos de Word, mails, posts, tuits... Todos me resultan una especie de sinónimo. El chiste es tener dónde vaciar eso que me sube desde la boca del estómago y llega hasta mis manos. Podría decir que, para mí, el papel y la pluma son como un pensadero como el de Harry Potter. Bueno, como el de Dumbledore, en realidad. Si paso largas temporadas sin tocar un teclado o una pluma me entran unas cosquillas extrañas en el cuerpo. Siento que me asfixio de tanto que acumulo. Una urgencia que sólo se calma al ver letras. De ahí que para mí, llevar un diario sea un hecho natural, obligado. Ha habido épocas en las que registro todo detallada y rutinariamente. A diario. Otras en las que sólo hago anotaciones de vez en vez. Cuando entro en crisis o en éxtasis, sobre todo. Lo que es cierto es que cada vez son menos y menos legibles, porque cada vez uno más y más una letra con otra, como si las palabras enlazadas me dieran mayor tranquilidad. Cuento esto a colación ¿de qué? Ah, sí, de que el fin de semana encontré un pequeño especial sobre
Diarios de escritores en
El País Semanal. No es que fuera muy extenso ni grandioso, pero el tema por sí solo es interesante. Quizás en el momento no lo dimensionemos, pero pasado el tiempo, lo que escribimos adquiere tintes de vestigios dejados por otro. Ese otro que alguna vez fuimos y que jamás volveremos a ser. Porque como lo dijo Virginia Woolf: "El diario es tan privado y tan instintivo que incluso permite que otro yo se desgaje del yo que escribe, que se separe y observe al primero cuando escribe. El yo que escribe es un yo extraño; a veces nada le induce a escribir".
Entre otros de los quotes incluidos en los artículos de dicho especial, reproduzco un par de
entradas escritas por León Tolstói en su respectivo diario, que me parecieron fascinantes:
[18 de abril] Me he asignado demasiadas normas y he querido seguirlas todas a la vez. No tengo fuerzas suficientes.
(...)
¡Ay! Qué difícil es para un hombre mejorar cuando sólo tiene malas influencias… ¿Llegará algún día en que ya no dependa de las circunstancias? A mi entender, la perfección consiste en eso.
[3 de julio] Mi principal error… es que he confundido el perfeccionamiento con la perfección. Hay que empezar por conocerse bien a uno mismo, conocer sus defectos e intentar corregirlos, en lugar de proponerse como meta la perfección, que no sólo es imposible de alcanzar en un punto tan bajo como en el que estoy, sino que… te priva de toda esperanza de poder alcanzarla.
(...)
Estoy firmemente decidido a dedicar mi vida al prójimo. Me lo digo por última vez: si en tres días no hago nada para los demás, me mato.
(...)
Si no hago nada mañana, me suicido.
*La imagen es el fotoarte publicado en la portada de El Ángel, de Reforma, el domingo pasado. Tiene y no que ver con el asunto de los diarios. Pero es que me encantó. Es el tipo de trabajos gráficos que me gustaría ver con más frecuencia en nuestros medios impresos.
ResponderEliminarhttp://nelygarcia.wordpress.com. Escribir lo que percibes a tu alrededor y lo que siente tu interior, es una forma de hacer partícipe de las experiencias a los demás, si lo quieren leer y un desahogo personal. Además de el placer que puede producir, la escritura siempre ha sido, es y será, una referencia, para el análisis de las sociedades
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