jueves, agosto 26

Bombas de relojería

Uno de estos días me sacudió un remolino de certeza de que nuestras vidas se rigen por una precisión inaudita, que se escapa a nuestra comprensión bípeda. El mundo está loco, nos decimos como para desestimar eso que no entendemos. Pero si uno echa un vistazo a la historia propia, resulta que todo aquello que nos ha acontecido y todas aquellas personas con las que nos hemos cruzado han desencadenado procesos en nosotros (aunque sea mínimos) y nos han llevado, básicamente, al momento en el que estamos. Todo, cual bombas de relojería. Un efecto que, sin darnos cuenta, nosotros mismos tenemos para los demás.
Y luego, fui y me encontré con esto, que tiene un poco qué ver:

Todos somos como bombas preparadas para explotar de amor. Los hombres y la mujeres más violentos, los más terroríficos, los más rechazados por la sociedad debido a sus crímenes no son una excepción. Yo estoy aquí para pulsar el detonador. ¿Cuál es el detonador? A veces casi nada. Tres segundo de presencia total en el otro pueden ser suficientes. El hombre no alcanza el punto irreversible. Aceptar tocar al otro, es aceptar hacer explotar esa bomba. Esta es la única solución a la violencia. Tocar. Yo voy a enseñarte a tocar. El shivaísmo se basa en el contacto con los 36 tattvas o categorías del universo. Esta es la base sobre la que reposa todo el tantrismo.


Di con ello en este blog. Como lo indica el posteador, se trata de un extracto de Tantra, la iniciación de un occidental al amor absoluto, de Daniel Odier. Les digo, todo está ahí en un momento determinado. Aunque no siempre estemos de acuerdo con lo que ese estar ahí implica. O lo que ese estallido pretende mostrarnos. Pero no nos queda más que ir y tocar.

2 comentarios:

Anda, anda, escupe...