miércoles, junio 30
Ellos y Twilight
Lo de siempre: sorprender a la gente
–"Siempre debes sorprender a la gente. Haz algo diferente. Y nunca hagas revistas para los lectores, hazlas para ti. Porque hay miles de publicaciones. ¿Y por qué te van a comprar? Pon pasión"–
Maquetismo holandés
martes, junio 29
Les regalo un panqué
Creo que ya había dicho que para mí, hornear panes o panqués es harto terapéutico. Lo que no había dicho es que, a diferencia de la que cocina y cocina en Como agua para chocolate (cuyo nombre me da flojera buscar), yo no creo que la comida se contamine del ánimo con el que se prepara. Simplemente porque cocinar ayuda a que a uno se le olviden el mundo y sus problemas; lo mete a uno es una especie de trance en el que lo único que importa es la delicia que se trae entre manos. Y saborearla se vuelve lo únicoimportante. Pero no me desvío más. Por aquello de que siempre estoy hable y hable de sesiones vespertinas de horneado, tan aptas para levantar el ánimo en domingo o en lunes, ahora les voy a compartir la receta para preparar panqués de zanahoria. Total, siempre es un buen día para ponerse el mandil y hornear. Y, mucho más, para saborearse un panqué recién salido del horno acompañado de un gran vaso con leche. Enjoy!
lunes, junio 28
Turnos de 24 x 24
jueves, junio 24
De aquí vengo
El otro día me encontré un montón de fotos viejas. Entre ellas, este par de mis padres cuando eran jóvenes, cuando yo todavía no existía (una, del día de su boda civil; la otra, de un día cualquiera). Me gustan tanto precisamente por ello: porque son el retrato de las personas antes de ser mis padres. Y me entra una alegría enorme saber que vengo de ahí (la segunda es mi favorita de favoritas). Y ya. Sólo eso quería compartirles.
La vida cabe en un librero
jueves, junio 17
Crónica del México-Francia, según una no futbolera
La persona detrás del libro
martes, junio 15
Un día después
lunes, junio 14
Un hoyito en mi corazón
sábado, junio 12
De alto impacto
La pintura no es una expresión con la que fácilmente me entienda. Nací trunca para eso del flujo de emociones con un lienzo. No importa por quién esté firmado. No importa cuántas páginas de libros haya contemplado para intentar captar algo o cuántos museos haya visitado. He estado parada frente a cuadros considerados como grandes obras maestras y... nada. Parezco sorda. Me sigo de largo. Cosa que en esos momentos me ha dado pena propia y ajena, pero qué le va uno a hacer. Si se está pictóricamente tullida, se está y punto. Me conformo con saber que existen felices chispazos en los que sucede lo contrario. Y encursivo felices porque esos chispazos se me dan con autores algo torturados. Es algo muy primitivo de mi parte. Así pues, tratándose de pintura sólo escucho gritos como los de Tetsuya Ishida, a quien descubrí en una de esas joyitas de links que se encuentran en Twitter (este en concreto es aportación de @Ruys). Agárrense sus tripitas y echen un vistazo a su obra justo aquí.
viernes, junio 11
Mi amor por Mr. Clapton
Onirismos para un viernes
Si por algo soy adictota al internet es por el alucinante ventanal que resulta para descubrir y admirar el trabajo, escrito o gráfico, de toda la gente talentosa que hay regada por el mundo, y que de otro modo nunca estaría a nuestro alcance. Es como una (muy tentadora) pendiente infinita por la cual deslizarse.
La ciudad
find another city better than this one.
Whatever I try to do is fated to turn out wrong
and my heart -like something dead- lies buried.
How long can I let my mind moulder in this place?
Wherever I turn, wherever I look,
I see the black ruins of my life, here,
where I've spent so many years, wasted them, destroyed them totally."
You won't find a new country, won't find another shore.
This city will always pursue you.
You'll walk the same streets, grow old
in the same neighbourhoods, turn grey in these same houses.
You'll always end up in this city. Don't hope for things elsewhere:
there's no ship for you, there's no road.
Now that you've wasted your life here, in this small corner,
you've destroyed it everywhere in the world.
Constantine P. Cavafi
martes, junio 8
Mi infancia en historietas
A cuento de nada, el otro día salió a la plática qué historietas leía de escuincla, aparte deMafalda. Y junto con un alud de buenos recuerdos y carcajadas emitidas vinieron a mi mente los ejemplares desgastados de Calvin y Hobbes (ni crean que me identificaba con su risible egoísmo de hijo único), Lorenzo y Pepita, Archie (sí, Archie. Y yo era, claro, de las que detestaban a Verónica) y, en mucho menor medida Peanuts (adoraba el disfrazado mal carácter de Woodstock). Recordé también que me aburrían de forma soberana Ásterix y Óbelix (por más que uno de mis tíos les profesara un amor beato) y que, salvo por su odio recalcitrante a los lunes, nada me hacía soportar a Garfield (aunque Odie me pareciera un perrito tan adorable como estúpido). Hoy sólo conservo mis ejemplares de Mafalda, pero me gustaría contar con los de Calvin y Hobbes para releerlos. ¿Los venderán aquí? Pero fuera de si las encuentro físicamente o no, a ustedes, ¿qué historietas los hacían reír?
¡&%$"%$&%!
lunes, junio 7
Shock bélico
Anoche, mientras veía el penúltimo capítulo de The Pacific (la hermana menor de Band of Brothers), caí en esa especie de pasmo que me da al pensar en los latigazos mentales y emocionales que debe sufrir un hombre que ha estado en combate. Y si hay algo que en particular resuena en mi corazón es ese fugaz momento en el que un soldado, fusil cargado, se enfrenta cara a cara al enemigo (ese ente malévolo y amorfo del que le hablaron en su entrenamiento) y se percata de un detalle nimio, pero que todo lo trastoca: que a quien está por matar es, como él, un ser humano, también esperado de vuelta en su propia casa... Cuando comprende que ese que corre hacia él desaforado, lucha por una causa que cree tan justa y valiosa como él mismo considera a la suya; y su cuerpo, insuflado exponencialmente de deseos de sobrevivir, es tan perfecto como para congelar (aunque sea de forma temporal) semejante revelación y jalar del gatillo antes que ser muerto. Y luego, a seguir andando. Foc. Foc. Foc. Invariablemente pienso que, de regresar a una vida sin uniformes y bayonetas, esos hombres que han ido a la guerra (y que aún van), requieren un abrazo de consuelo que nadie sobre la tierra es capaz de darles.
domingo, junio 6
¿Para qué? (o reflexiones de una workaholic en rehabilitación)
sábado, junio 5
Un sueño cualquiera
viernes, junio 4
Cuando los días se acortan
De niño, la vida se mide en años escolares, y cada uno representa la eternidad. Entonces, de tan largos y duraderos que nos resultan los días, uno cree que pueden contener la creación de un universo entero. Pero luego el cuerpo se estira, la mente se acochambra y, sin aviso previo, sucede justamente lo contrario: los días no parecen contener más que un puñado de escurridizas horas y alcanzar para poco menos que nada. No suena creíble decir que unos y otros, impertérritos, siempre nos han ofrecido las mismas 24 horas. Salvo sus debidas excepciones, los días, las semanas, los meses y los años en la vida adulta se cuentan en un respiro. Cada vez menos el tiempo nos hace creer que se detiene; por el contrario, corre cada vez más. Y no me refiero sólo a los fines de semana, que esos, en particular, tienen maestría en esfumarse sin ser vistos frente a nuestros atónitos ojos. Digo todo esto porque, pues, nuestras agendas ya marcan junio, por ejemplo (¿no fue apenas ayer cuando nos deseábamos felicidad, prosperidad y éxito en el año venidero?). Y a estas alturas se ha constatado que, gastado el primer semestre del año, ya puede uno irse olvidando del segundo. A qué exactamente se deberá esta sensación, me pregunto. Si era de niños cuando más nos queríamos comer el mundo, y ya adultos sabemos de sobra que si le damos un par de mordidas significativas, nos ha ido más que bien. Será que de niños, salvo las horas pupitre, prácticamente consumíamos todo nuestro tiempo en actividades menos tediosas. Y ahora, escupidos en el entorno adulto, no se puede vivir entregado al ocio... Qué sé yo. Aunque pensar en esto, invariablemente me hace preguntarme: si así es ahora, cómo transcurrirán los días cumplidos los 60-70 años. Bah. Supongo que no hay otra respuesta más allá del: ya veremos. Mientras tanto, a tratar de que nos rinda el tiempo. En lo que sea que queramos que nos rinda.